1. Elije tu cepillo: Elige un cepillo de fibras vegetales firmes con un mango lo suficientemente largo para alcanzar las zonas más complicadas, como tu espalda .
2.Sigue la técnica: Mejor hacerlo por la mañana, recién levantada, sobre la piel seca. Empieza por las plantas de los pies y continúa hacia arriba por las piernas, con movimientos circulares en dirección al corazón. Para el abdomen, usa movimientos circulares en sentido contrario a las manecillas del reloj. Cepilla con suavidad lo senos y no te acerques a los pezones.
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El líquido linfático fluye en dirección hacia el corazón, así que es muy importante cepillarse en esa dirección. Si lo haces en otra dirección ejerces presión de más en las venas y los vasos linfáticos, lo que resulta agresivo y puede romper los vasos sanguíneos y perjudicar a las venas varicosas.
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3. Hazlo con suavidad: Cuando cepilles tu cuerpo, aplica cierta presión, pero no te excedas; recuerda que tu piel es muy sensible. Es normal que, al terminar el cepillado, tu piel esté un poco enrojecida, pero si está roja brillante o irritada, lo has hecho demasiado fuerte. .
4. Antes de darte una ducha, cepíllate la piel en seco. Recuerda que estás eliminando las células muertas por lo que es mejor que lo hagas en la bañera. Dúchate después y acaba aplicándote tu crema corporal.
5. Limpia tu cepillo una vez a la semana: Igual que lavas tus toallas, es importante que limpies tu cepillo corporal a menudo con un jabón suave y agua caliente. Deja que se seque por completo antes de utilizarlo de nuevo, preferiblemente en un zona soleada de tu casa o en el exterior si tienes espacio. .
Fuente: https://www.glamour.es