El masaje facial japonés -también conocido como Kobido o “el antiguo camino de la belleza”– tiene su origen en Japón, en la época imperial, cuando esta técnica milenaria estaba reserva a las familias de buena posición, considerándose sus beneficios indispensables para la belleza.
Además de la precisión de sus técnicas, este masaje encierra una filosofía, similar a otras disciplinas orientales, que entienden la belleza como un equilibrio integral de la persona. Así, la belleza real está en un cuerpo sano, emociones equilibradas y mente armoniosa, por lo que el masaje facial sólo será efectivo si mantenemos unos hábitos de vida tendentes a este equilibrio.
El lifting facial natural, como también es conocido este masaje en Occidente, genera la activación celular y sanguínea del rostro, produciendo los mismos efectos que un lifting, pero de forma natural y sin ningún tipo de cirugía. El masaje facial japonés ayuda a tonificar y ejercitar los músculos faciales, matizando y mejorando el aspecto de las arrugas y las pequeñas líneas de expresión y contribuyendo, por tanto, a reducir el envejecimiento de la piel, aportando juventud y luminosidad.
Utilizar aceite de argán para realizar el masaje ayudará a fluir fácilmente por la piel del rostro sin lastimarla ni friccionarla, además hidratada tu piel.